Diversos estudios sobre gestión de la diversidad y trabajo en escuelas indican que el liderazgo inclusivo es “aquel donde el líder debe situar las relaciones humanas en el centro de su acción, por encima de las estrategias y los recursos”, Essomba (2006). Por otra parte percibe a la comunidad educativa como un sistema abierto de relaciones interdependientes y complejas, orientadas hacia la transformación del entorno escolar y social.

Para lograr este tipo de liderazgo es necesario que los directivos asuman un trabajo sostenible, distribuido y colaborativo que les permita llegar a un verdadero liderazgo inclusivo, que tenga como propósito una “escuela para todos” y que ponga en práctica un liderazgo para la justicia social.

Un trabajo sostenible debe considerar la profundidad, duración, justicia, diversidad, iniciativa y conservación de nuestro proyecto. En tanto para que sea distribuido y colaborativo debemos darle importancia a nuestro rol de educadores y a la comunidad.

Una vez que asumamos un liderazgo inclusivo, estaremos en condiciones de desarrollar y fomentar una cultura escolar inclusiva. Al respecto, les recomendamos crear grupos de trabajo o comisiones mixtas, que integren el centro de estudiantes y de apoderados.

Si bien estos equipos contribuirán en el proyecto y facilitarán la resolución de problemas, siempre tendremos que tener en cuenta que el director es el responsable final del proyecto, por ello es fundamental asumir un rol de mediador entre el saber y la vida, así como tener la capacidad de crear ilusión en la gente respecto al modelo de escuela que queremos crear.